Soy terapeuta familiar, de parejas y de personas adultas,
formada en el enfoque sistémico. Trabajo entendiendo a cada persona no solo como un individuo, sino como parte de redes, vínculos y contextos que influyen profundamente en su bienestar. Mi mirada integra la complejidad de las relaciones, los ciclos vitales, las transiciones y los patrones que cada familia o vínculo va construyendo a lo largo del tiempo.
Acompaño procesos de crisis, duelos, conflictos de pareja, dinámicas familiares desafiantes, sobrecarga emocional, desafíos laborales y momentos de redefinición personal. Busco que cada sesión sea un espacio seguro, de claridad y de sentido, donde la persona o el sistema pueda reorganizarse de manera más saludable.
Y algo importante sobre mí: mi ikigai —mi razón de ser— ha sido siempre acompañar a las personas. Empecé a hacerlo a mis 22 años, recién recibida, y desde entonces no he dejado de trabajar con el sufrimiento humano, los vínculos y los procesos de transformación. Esa vocación temprana es lo que sostiene mi forma de trabajar hoy: con presencia, sensibilidad, mirada amplia y un profundo respeto por cada historia.