Siempre me gustó el área clínica, así que ni bien terminé la carrera, y luego de tener a mi segunda hija, me embarque en realizar la Residencia de Psicología Clínica y luego la posbásica en Gerontología, ambas en el Hospital Ramos Mejía (ganadas por concurso del GCBA). Allí pude tener la experiencia de pasar por la mayoría de los dispositivos de salud mental (consultorios externos, internación psiquiátrica, hospital de día, atención primaria, interconsulta de otras especialidades de salud), atendiendo consultantes infanto-juveniles y adultos/as ¿Mi objetivo? Poder tener una mirada amplia e integral de la salud mental para poder ayudar de la mejor manera a las personas que llegaran a mi consulta. Los primeros años de mi práctica profesional tuvieron la orientación psicoanalítica. Sin embargo, fruto de mi constante curiosidad y permanente enfoque en las necesidades de mis consultantes y cómo elaborar el más adecuado plan de psicoterapia para cada uno/a, empecé a formarme en terapias cognitivo-conductuales (TCC) desde hace ya más de una década. Encontré y sigo encontrando en este enfoque las herramientas que necesito para brindarles una mejor atención a quienes me consultan, sobre todo en lo que tiene que ver con la ansiedad y depresión.Otras áreas importantes de mi formación han sido la sexología y la perspectiva de género, ya que las considero indispensables para un abordaje que valore la singularidad de la persona y sus experiencias particulares, basándose en una escucha empática, donde la confianza y el respeto por la identidad de género, orientación sexual, diversidad funcional y cultural estén presentes en cada momento. Mi formación es constante, lo que hace que continue actualizándome en TCC, orientación que me fascina, teniendo siempre presente la perspectiva de género (que entiendo no puede faltar en el abordaje de la salud). Y en los últimos años también la neurodiversidad, tema que me apasiona y especialmente la condición de espectro autista que me toca en lo personal.