Huellas de amor: el duelo por mascotas en la adultez y la vejez

Autor: Eugenia Beatriz Gonzalez , 19/08/2025 (51 vista)
Emociones y sentimientos, Depresión, Separaciones y pérdidas, Soledad, Sentido de la vida, Temor a la muerte, Crisis de la edad
Huellas de amor: el duelo por mascotas en la adultez y la vejez

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Un dolor silenciado…

Perder una mascota es perder un compañero de vida. Muchas veces escuchamos frases como “era solo un perro” o “podés conseguir otro gato”. Sin embargo, para quien atraviesa la experiencia, el dolor es real, profundo y no siempre reconocido socialmente. Este fenómeno, llamado “duelo desautorizado”, hace que muchas personas se sientan incomprendidas o incluso avergonzadas de llorar a su animal.

Desde el psicoanálisis, el vínculo con una mascota va mucho más allá de la compañía: el animal de compañía se convierte en una suerte de objeto cargado de afecto y significados inconscientes. Representa amor incondicional, sostén emocional y, en muchos casos, un miembro más de la familia.

De esta manera La pérdida de animales de compañía constituye un fenómeno cada vez más relevante en el campo de la salud mental

El presente artículo pretende describir los aspectos emocionales y sociales del duelo por mascotas en estas etapas vitales, subrayando la necesidad de legitimar socialmente este tipo de duelo para favorecer su elaboración.

En la mediana edad: uno más de la familia

En esta etapa, marcada por la estabilidad laboral, el inicio de crisis existenciales o crianza, las mascotas suelen ocupar un lugar muy privilegiado:

En adultos de mediana edad sin hijos, las mascotas suelen constituir un núcleo afectivo central: se convierten en compañeros, en “hijos simbólicos” y en referentes de cotidianidad. Su muerte no solo implica la pérdida de un ser querido, sino también una profunda desorganización de la vida emocional y de las identificaciones inconscientes. Esto puede afectar otras áreas de la vida de la persona como el trabajo, la socialización etc.

Para quienes atraviesan cambios vitales o cuestionamientos propios de la “mitad de la vida”, la muerte de una mascota puede acentuar la sensación de vulnerabilidad y el paso del tiempo acompañado de la finitud

Cuando hay hijos, el duelo se comparte en familia: los adultos deben sostener el propio dolor mientras acompañan a los más pequeños en su primera experiencia de pérdida significativa.

En la vejez: el compañero de cada día

Para los adultos mayores, las mascotas son muchas veces la compañía principal, con quienes comparten rutinas, silencios y afectos. Perderlas significa no solo la ausencia del animal, sino también:

  • El quiebre de la rutina diaria, lo que intensifica la soledad.
  • Una confrontación con la propia finitud y fragilidad.
  • La reactivación de duelos anteriores, ya que el animal estaba asociado a recuerdos de la pareja, los hijos o etapas pasadas de la vida.

En este contexto, la pérdida puede sentirse como un golpe doble: al compañero que se va, se suma el recordatorio de que el propio ciclo vital también avanza.

El desafío social y emocional

La falta de reconocimiento social del duelo por mascotas puede hacer más difícil transitarlo. No es raro que quienes lo viven se sientan solos, incomprendidos o ridiculizados por la intensidad de su dolor. Desde una mirada psicoanalítica, es fundamental dar valor simbólico a esa pérdida: reconocer lo que significó ese animal, hablarlo, recordar, elaborar.

El duelo no implica olvidar, sino reorganizar el vínculo interno: pasar de tener al animal físicamente presente a mantenerlo en el mundo de los recuerdos, como parte de la propia historia afectiva.

Conclusión

El mayor obstáculo al duelo por una mascota es la incomprensión social. Muchas personas no se animan a llorar o a hablar del tema por miedo a parecer exageradas. Pero la verdad es que no hay exageración posible en el amor. El lazo con una mascota es real, profundo y merece duelo, lágrimas y memoria.

El duelo por una mascota no es “menor”. Es un duelo legítimo y complejo, que pone en juego vínculos profundos y aspectos inconscientes de nuestra vida afectiva. Validar ese dolor, tanto en la adultez como en la vejez, es un paso necesario para poder elaborar la pérdida y seguir adelante sin negar lo que ese lazo significó.

Si te sentís identificado con lo aquí descripto, o conocés a alguien que esté atravesando el duelo por una mascota, quiero invitarte a contactarme. La terapia puede ser un espacio de acompañamiento, contención y elaboración para transitar este momento con mayor sostén y comprensión.

 

 

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