Padecimiento Actual..reflejo interno

Autor: Viviana Ines Esquitino , 31/08/2025 (61 vista)
Emociones y sentimientos, Autoestima
Padecimiento Actual..reflejo interno

Situaciones de la vida actual como reflejo de las experiencias infantiles

El sujeto contemporáneo se encuentra muchas veces frente a un modo de padecer actual que no logra inscribirse en la trama de sentido de su historia. Este padecer no responde necesariamente a una enfermedad orgánica ni a un trastorno diagnosticable, sino que se manifiesta en la superficie de la vida cotidiana como un malestar difuso, una dificultad en el lazo social o una angustia que se impone en el cuerpo. El psicoanálisis lo piensa no como algo aislado, sino como una expresión singular de la manera en que cada uno organiza su mundo interno.

En el interior de cada persona se despliega lo que podríamos llamar un espejo interno. Allí se reflejan las huellas de la infancia, las marcas de los primeros vínculos, las palabras que alguna vez se escucharon y que dejaron resonancias duraderas. Ese espejo no siempre devuelve una imagen nítida; a veces ofrece fragmentos, deformaciones, opacidades. Sin embargo, constituye el soporte fundamental desde el cual se construye la experiencia del yo. El sujeto se reconoce en ese reflejo, aunque también puede extraviarse en él, atrapado entre lo que fue dicho y lo que permanece en silencio.

En este recorrido, la soledad ocupa un lugar privilegiado. No se trata de la soledad como mero aislamiento físico, sino de la experiencia íntima de saberse separado del otro, experiencia constitutiva de la subjetividad. La soledad señala que el lazo nunca es total, que hay un resto imposible de colmar. El psicoanálisis invita a sostener esa soledad, a no negarla con objetos de consumo o con vínculos fugaces, sino a leer en ella una vía para acceder a la verdad propia.

Ahora bien, si la soledad marca un límite, también abre la posibilidad de los lazos para vincularse. El sujeto se constituye en relación con los otros: padres, cuidadores, hermanos, maestros, amigos, parejas. Cada encuentro deja una huella, una inscripción que puede habilitar nuevas formas de desear o, en algunos casos, reproducir modos de sufrimiento. El trabajo analítico consiste muchas veces en interrogar esos lazos, reconocer las repeticiones, ubicar qué lugar se ocupa y qué mandato se obedece sin advertirlo. Vincularse no es sólo estar con otros; es también confrontarse con lo que esos otros despiertan en el propio inconsciente.

La historia infantil tiene aquí un peso decisivo. No en el sentido de un determinismo cerrado, sino como un reservorio de escenas y fantasías que vuelven, una y otra vez, a colorear las experiencias actuales. La infancia es el lugar de lo originario: allí donde el niño dependió radicalmente del Otro, donde las palabras de amor o de rechazo quedaron inscritas en el cuerpo, donde la lengua se hizo carne. Cuando en la vida adulta emerge un malestar sin nombre, con frecuencia es porque algo de esa historia infantil se reactiva en el presente y exige ser escuchado.

El acontecer diario se convierte entonces en escenario privilegiado para que el sujeto repita, transforme o reelabore esas marcas. Una discusión banal, un olvido, una sensación corporal, un sueño contado al despertar: todo ello puede ser la vía de acceso a lo inconsciente. Lo que a simple vista parece insignificante, en el análisis revela su espesor. Allí se hacen visibles las repeticiones que sostienen el padecer y las posibilidades de un movimiento diferente.

En este sentido, el psicoanálisis no busca ofrecer una receta rápida ni suprimir el síntoma de inmediato. Más bien propone un espacio para que el sujeto pueda poner en palabras lo que lo afecta, para que explore las resonancias de su espejo interno, para que asuma la soledad constitutiva sin quedar atrapado en ella, para que interrogue sus lazos y se permita nuevas formas de vincularse. El análisis trabaja con la historia infantil, pero no para encerrarse en ella, sino para abrir la posibilidad de un presente distinto.

La historia infantil con sus experiencias que han quedado como marcas en el psiquismo de algún modo se expresan en lo cotidiano bajo la forma de padecimiento actual. 

Lic. Viviana Inés Esquitino

            Psicóloga

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