La ansiedad puede bloquear tu vida, limitar tus relaciones y afectar tu autoestima, pero con acompañamiento profesional es posible entenderla, enfrentarla y recuperar tu bienestar.
¿Sentís ansiedad?
¿Te cuesta avanzar en el trabajo o los estudios porque el miedo a ser evaluado te bloquea?
¿A veces te invade una sensación física intensa —mareo, visión en túnel, palpitaciones— y pensás que te puede dar un ataque al corazón?
¿O sentís que vivís las situaciones desde afuera, como si te observaras a vos mismo o pensaras todo el tiempo en cómo te ven los demás?
¿Te pasa que, aunque te esfuerces, siempre te parece que no es suficiente y eso termina afectando tu autoestima?
Si algo de esto te resulta familiar, no estás solo. La ansiedad es una de las experiencias más comunes del ser humano, pero también una de las más incomprendidas.
¿Por qué tenemos ansiedad?
Desde una mirada evolutiva, la ansiedad es una herencia útil. El miedo fue —y sigue siendo— una emoción protectora. Jaak Panksepp, un reconocido neurocientífico, demostró que compartimos con otros mamíferos ciertos “sistemas emocionales básicos” que nos ayudan a sobrevivir. El sistema del miedo, por ejemplo, es fundamental: sin él, no detectaríamos peligros y no podríamos protegernos.
A veces ese estado de alarma sigue encendido sin que sea necesario o se activa ante el menor estímulo. El problema aparece cuando ese sistema se activa sin una amenaza real y no se apaga. Ese es el estado de ansiedad que se manifiesta en el cuerpo o en la mente.
La dificultad de salir del miedo pensando
Muchas personas intentan calmar su ansiedad pensando, buscando motivos y explicaciones. Eso suele abrir el camino de la rumia, a darle vueltas una y otra vez a los mismos pensamientos, aumentando la sensación de malestar. El miedo no se resuelve sin afrontarlo y para eso hay que vivir situaciones temidas de manera gradual, con acompañamiento, hasta que el cuerpo y la mente comprueben que se puede estar a salvo.
Diferentes formas de ansiedad
No todas las ansiedades son iguales. Algunas se manifiestan como ataques de pánico; otras, como miedo a hablar en público, fobias específicas, ansiedad social o un malestar difuso que impregna todo el día. Diferenciar cada cuadro y su causa es esencial para un tratamiento efectivo. A veces hay factores biológicos, otras veces psicológicos o contextuales: experiencias pasadas, exigencias internas, o una forma de pensar demasiado centrada en el control.
El círculo de la evitación
Una de las características más comunes en ansiedad o fobias es la evitación. Lenta e inadvertidamente la persona empieza a evitar situaciones que le generan miedo. No se presenta a un examen o entrevista de trabajo, deja de usar el transporte público, después evita reuniones, no va al recital del cantante que le gusta por temor a la multitud, luego rechaza invitaciones y, sin darse cuenta, su mundo se achica. La vida se va reduciendo hasta volverse muy limitada. La procrastinación le da un alivio inmediato pero con consecuencias a largo plazo que se pagan con culpa, depresión o tristeza por las oportunidades perdidas y generación de una baja autoestima.
No es falta de voluntad: es el mecanismo de defensa de un cuerpo que intenta protegerse del miedo, aunque a largo plazo termine atrapando a quien lo sufre.
Cuando no te entienden
A veces se comenta el malestar y el entorno o incluso un médico responde con frases como “ya se te va a pasar”, “no es para tanto”, o “todos estamos estresados”. Pero la ansiedad no es simplemente “estar nervioso”. Es un problema que, aunque no sea tan visible como una enfermedad física ni incapacitante como las enfermedades mentales graves, puede ser profundamente limitante. Muchas personas pierden oportunidades laborales, académicas o afectivas por no haber recibido el tratamiento adecuado a tiempo.
El tratamiento
La buena noticia es que la ansiedad tiene tratamiento.
Desde la terapia psicológica, trabajamos en comprender qué la origina, cómo se mantiene y qué herramientas personales podés desarrollar para afrontarla. A través de un proceso gradual y respetuoso, se pueden disminuir los “fantasmas” — lo imaginario que anteponemos a la realidad— y recuperar la confianza en vos mismo.
Un mensaje para vos
No tenés que seguir viviendo con miedo o con la sensación de estar atrapado en tu propia mente.
La ansiedad se puede entender, se puede trabajar y, sobre todo, se puede reducir y manejar.
Tu bienestar no tiene que esperar más. Te invito a que me consultes en forma presencial en Rosario o virtual online y juntos iniciemos un proceso de cambio. Con acompañamiento, compromiso y las herramientas adecuadas, es posible recuperar la tranquilidad, volver a disfrutar de lo cotidiano y reencontrarte con la vida que querés vivir.