La terapia cambió mi forma de habitar el mundo
El proceso terapéutico me enseñó que sanar no es un destino, sino un camino posible. A través del acompañamiento adecuado aprendí a respirar con calma, a poner límites que antes me daban miedo, a aceptar quién soy y a comprender que los demás también son quienes pueden ser, no quienes yo esperaba.
Aprendí a soltar lo que me lastimaba, incluso cuando dolía hacerlo. Hoy, aunque sigo en proceso, cada día me siento un poco más estable, más consciente y más en paz conmigo misma. Por eso acompaño a otros: porque sé lo transformadora que puede ser la terapia cuando encontramos un espacio seguro y humano. Si decides iniciar este camino conmigo, caminaré a tu ritmo, con empatía, respeto y herramientas que te permitirán construir una vida que se sienta más ligera, más auténtica y más tuya.