Factores genéticos que inciden en el espectro autista

Autor: Ricardo Daniel Silva Samaniego , 19/09/2025 (178 vista)
Psicología infantil, Psicología del adolescente
Factores genéticos que inciden en el espectro autista

Los factores genéticos del Trastorno del Espectro Autista (TEA) se relacionan con alteraciones en distintos genes que influyen en el desarrollo y funcionamiento del cerebro

El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es una condición del neurodesarrollo caracterizada por dificultades en la interacción social, conductas repetitivas y un rango limitado de intereses. Durante décadas, la investigación se centró en la influencia genética como el principal determinante de este trastorno; no obstante, en la actualidad se reconoce que los factores epigenéticos desempeñan un papel igualmente crucial. Estos mecanismos regulan la expresión génica sin alterar la secuencia del ADN y permiten comprender cómo la interacción entre la herencia biológica y el entorno contribuye a la heterogeneidad de las manifestaciones del espectro. En este contexto, el estudio del TEA se enmarca en una visión más amplia del neurodesarrollo, donde los procesos cerebrales tempranos y su interacción con los factores ambientales resultan determinantes para el funcionamiento cognitivo y conductual a lo largo de la vida (Conchari-Cabrera, 2024).

El análisis de los factores genéticos y epigenéticos en el Trastorno del Espectro Autista permite demostrar que la interacción entre la herencia biológica y el ambiente es fundamental para comprender la diversidad de sus manifestaciones, lo cual ofrece nuevas perspectivas para su detección temprana, prevención e intervención clínica.

Los estudios con gemelos muestran que el TEA tiene una base genética importante, aunque las mutaciones identificadas no explican por completo su origen, ya que también se encuentran en personas con desarrollo típico. Los mecanismos epigenéticos ayudan a comprender la variabilidad de los síntomas. Se han identificado más de 100 genes relacionados, principalmente con la sinaptogénesis, siendo las mutaciones de novo más graves y asociadas a menor coeficiente intelectual, mientras que las formas heredadas suelen presentar síntomas más leves. Además, las mujeres requieren una mayor carga genética patogénica para desarrollar TEA, lo que explica su menor prevalencia. Junto a la genética, factores ambientales como la prematuridad, infecciones durante el embarazo, alteraciones inmunológicas y la exposición a alcohol, drogas o teratógenos también aumentan el riesgo (Conchari-Cabrera, 2024). 

los factores genéticos que afectan al Trastorno del Espectro Autista (TEA) incluyen principalmente genes candidatos ubicados en el cromosoma 7, como FOXP2, RAY1/ST7, IMMP2L y RELN, los cuales se han asociado con enfermedades vinculadas al autismo, como el síndrome del X frágil, la neurofibromatosis y el complejo de esclerosis tuberosa. Además, se reconoce que existe una mayor prevalencia del TEA en el sexo masculino, lo que sugiere un componente genético ligado al sexo. Por otro lado, los estudios desmienten asociaciones con factores no genéticos como las vacunas, reafirmando que la predisposición genética es uno de los determinantes más relevantes en la aparición del TEA (Ávila, 2020).

Estudios muestran que la concordancia entre gemelos monocigóticos puede alcanzar el 98%, mientras que entre gemelos dicigóticos se sitúa entre el 40 y 60% (Gaona, 2024). Es decir que, aunque la genética juega un papel central, también intervienen otros factores, como el ambiente prenatal y postnatal, que modulan la expresión de los genes relacionados con el TEA. Estos hallazgos respaldan la idea de que el trastorno no depende únicamente de la herencia genética, sino de la interacción compleja entre predisposición genética y factores externos que influyen en el neurodesarrollo.

Gaona (2024) menciona que “En 20 a 25% de los niños o adultos con TEA las causas genéticas pueden identificarse en forma de: mutaciones de novo, variaciones genéticas comunes y raras, además de polimorfismos comunes asociados al TEA” (p.32). Los individuos que poseen mutaciones de novo tienden a experimentar un cuadro clínico más intenso y un déficit intelectual más pronunciado en comparación con aquellos que presentan formas hereditarias o familiares del TEA.

“La duplicación del locus 15q11-13, constituye la aberración citogenética más comúnmente asociada al TEA reportada en cerca del 3% de los pacientes” (García & otros, 2024, p. 5). La duplicación del cromosoma 15, especialmente de origen materno, se asocia con un alto riesgo de TEA y puede incluir deterioro cognitivo, afectación motora y dismorfias. La regulación génica en esta región es compleja e involucra metilación diferencial y expresión de ARNs no codificantes, afectando genes clave como UBE3A y ATP10A en el cerebro (García & otros, 2024). Las duplicaciones paternas también contienen genes candidatos al TEA, como NDN y MAGEL2. Además, estudios de ligamiento han identificado regiones en el brazo largo del cromosoma 7 (7q32.2 y 7q35-36.2) como loci susceptibles, donde genes como DLX5 y DLX2 influyen en el desarrollo neuronal y el metabolismo del neurotransmisor GABA; la metilación de genes imprentados como MEST y COPG2 también podría participar en la patogenia del autismo (García & otros, 2024).

En síntesis, el Trastorno del Espectro Autista (TEA) es una condición del neurodesarrollo de origen multifactorial, en la que interactúan factores genéticos, epigenéticos y ambientales (Villalón, 2023). La evidencia científica demuestra que la predisposición genética, respaldada por estudios en gemelos y la identificación de múltiples genes candidatos, constituye un determinante central en la aparición del TEA, mientras que los mecanismos epigenéticos y los factores ambientales modulan la expresión de estos genes, explicando la variabilidad clínica entre los individuos. Asimismo, mutaciones de novo y duplicaciones cromosómicas, como las del locus 15q11-13, se asocian con cuadros clínicos más graves, mientras que las formas hereditarias tienden a presentar síntomas menos intensos. Por tanto, la comprensión del TEA requiere un enfoque integrador que considere la interacción entre genética, epigenética y ambiente, lo que permite no solo esclarecer su etiología, sino también orientar estrategias de detección temprana, prevención y manejo clínico individualizado.

Referencias:

  • Conchari Cabrera, M. L. Factores Epigenéticos en los Trastornos del Espectro Autista: Un Enfoque Integral. Revista De Investigación E Información En Salud, 19(47). Recuperado de: http://www.scielo.org.bo/pdf/riis/v19n47/2075-7208-riis-19-47-86.pdf
  • Gaona, V. (2024). Etiología del autismo. Departamento de Neuropediatría. Centro Médico la Costa, 84(1), 31-36. https://www.medicinabuenosaires.com/revistas/vol84-24/s1/31s1.pdf
  • García, F., Gattorno, E., Hernández, G., & Ramos, V. (2024). La epigenética y su relación con el autismo. Universidad de Ciencias Médicas de Villa Clara. https://rescalpelo.sld.cu/index.php/scalpelo/article/view/240/72
  • Ávila, P. (2020). Factores de riesgo del trastorno del espectro autista [trabajo fin de grado, Universidad de Salamanca]. Recuperado de: https://gredos.usal.es/bitstream/handle/10366/143268/TFG_MartinAvila_FactoresRiesgoEspectroAutista.pdf?sequence=1&isAllowed=y
  • Villalón, L. (2023). Causas del Autismo: Factores, Influencia y Desarrollo. Menteautista. Recuperado de: https://menteautista.com/causas-autismo/
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