En este artículo se detalla una importante diferenciación de dos quehaceres profesionales, pero vinculados de algunas formas
Cuando se piensa en un profesional de la psicología, la primera imagen que suele surgir es la de una persona encerrada en un consultorio abordando trastornos clínicos desde una posición de “ayuda terapéutica”. Esta representación, aunque arraigada, está plagada de estereotipos provenientes de la cultura popular que reducen el rol del psicólogo a un consejero empático o a una figura pasiva que “escucha”. Pero nada más alejado de la realidad. Un psicólogo es aquel profesional que ha culminado una carrera de grado donde se supondría ha estudiado la ciencia básica para entender los postulados y los marcos conceptuales que presuponen que la psicología es una ciencia que trata de estudiar, entender y predecir la conducta de los organismos (si, organismos) porque aquí llega la primera clave de la distinción con un psicoterapéuta. La Psicología no es un campo de estudio exclusivo del ser humano, sino más bién de todo aquello donde se manifieste el objeto de estudio; la conducta, ya sea en animales humanos o no humanos. Ser profesional de la psicología por consiguiente involucra tener dominios del campo general de la ciencia, dominar su presupuestos filosóficos y tener una base epistemológica del porqué la psicología es una ciencia.
Formación científica vs. ejercicio aplicado
Luego de este proceso que todo profesional debe cumplir, se seleccionará el campo donde se pueda desempeñar este conocimiento base, es decir la ciencia aplicada, dentro de las cuales podemos citar algunas como; el campo educativo, social, forense, organizacional, clínico, entre otros. Este último mencionado el campo clínico, es donde nos vamos aproximando al ejercico del ´psicoterapéuta. Todo Psicólogo que quiera ejercer en el campo clínico debería tener estudios que le faculten en el conocimiento de los procedimientos y protocolos necesarios para dominar la terminología y lenguaje técnico con otros profesionales que ejercen en este mismo campo, como médicos, especialistas en psiquiatría, neurólogos etc. Sin embargo, poseer el conocimiento y los estudios en psicología clínica aún no es suficiente para ejercer como psicoterapéuta, pues una cosa es saber que se debe hacer y otra distinta, como hacerlo.
¿Qué es la psicoterapia y por qué no es sinónimo de psicología clínica?
La Psicoterapia la podríamos definir como un conjunto de conocimientos desarrollados a partir de estudios basados en la ciencia para su aplicación en el campo clínico de la psicología clínica, es decir una tecnología que permite la intervención en los denominados problemas psicológicos.
Según (Darwin Gutierrez Guevara, 2024) un procedimiento psicoterapéutico consiste en el conjunto de actividades con las cuales procede un psicoterapeuta para cumplir los objetivos de lidiar o superar los problemas personales del consultante. Se trata entonces de actividades estructuradas orientadas a metas conductuales concretas, no de rituales vacíos o interacciones inspiradas en creencias metafísicas.
El problema de fondo: psicoterapia sin ciencia y psicólogos sin formación
No todo psicólogo es psicoterapéuta (y en algunos casos por cuestiones éticas, no deberían serlo) ni todo psicoterapéuta necesariamente es psicólogo, y esto se debe en parte a que desde sus etapas fundacionales, la psicoterapia ha estado vinculada con el oscurantismo y al misticismo (Freedheim et al., 1992; Sahakian, 1992) y alejada de sustentos con soporte empírico. La psicoterapia nació, en parte, como un intento de intervención humana ante el sufrimiento, pero sin las herramientas metodológicas que brinda la ciencia. Bajo esta lógica, se sostenía que la conducta humana estaba sujeta a fuerzas sobrenaturales o espirituales, ideas que no solo carecen de una explicación naturalista, sino que, en muchos casos, perpetúan estigmas y falsas expectativas. Lamentablemente, estas influencias persisten: es común encontrar tanto consultantes como profesionales que se adhieren a prácticas inspiradas en creencias sin evidencia, y aún más grave, que las promueven activamente como parte de su práctica profesional.
Responsabilidad ética y formación rigurosa: condiciones mínimas del ejercicio profesional
Aceptar ejercer en el campo clínico sin la debida formación no es sólo un acto de irresponsabilidad, sino una forma de negligencia profesional. Si la psicoterapia no se sustenta en evidencia empírica replicable y en una ética profesional sólida, entonces no es psicoterapia, sino una práctica vacía sin sustento.
En este sentido, la psicología como ciencia del comportamiento debe mantener una vigilancia crítica hacia aquellas prácticas que, disfrazadas de ayuda profesional, terminan perjudicando a los consultantes.
En conclusión, es una tarea responsable y ética de los profesionales de la psicología saber si cuentan con la formación y conocimiento necesario para poder desenvolverse en el campo clínico y en prácticas psicoterapéuticas, ya que de no ser así, por el contrario de brindar un buen servicio profesional o ayudar a los consultantes, terminan haciendo más daño que beneficio, haciendo perder a las personas tiempo y dinero.
Bibliografía:
Darwin Gutierrez Guevara, D. T. (2024). Definición, descripción y conceptualización en la psicoterapia. Asociación Peruana Contextual Conductual de Psicología,, 11.
