Soy una persona serena, observadora y empática. Me tomo el tiempo para escuchar con profundidad, porque creo que cada historia necesita espacio para desplegarse sin prisa. Como psicóloga, no me interesa “arreglar” a nadie, sino acompañar con respeto y humanidad los procesos únicos que cada persona atraviesa.

Trabajo con adultos que se sienten perdidos, bloqueados o desconectados de sí mismos. Personas que, muchas veces, están cansadas de sostenerlo todo solas, y que buscan una pausa, una guía o simplemente un espacio seguro donde no tengan que fingir.

Mi enfoque se basa en la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), que no busca eliminar el dolor, sino ayudar a transformarlo en camino. Utilizo también recursos creativos, corporales y narrativos, según las necesidades de cada proceso. Integro lo psicológico con lo espiritual y existencial, cuando la persona lo desea.

Soy cercana, cálida, pero también muy cuidadosa. Acompaño desde la honestidad, el silencio cuando hace falta, y la palabra cuando es tiempo de nombrar.