Soy una mujer de 30 años tranquila que busca ayudar , transformar, deconstruir resignificar y dar todo lo que este al alcance para mejorar el contexto que la rodea y a sus integrantes, ser mama adolescente y luchona, me ha dado la capacidad de desarrollar la empatía y a accionar desde el amor y el respeto por el desarrollo y aprendizaje de vida de los demás.

Validación y aceptación: Reconocer y aceptar las experiencias y emociones tuyas, sin juzgar o patologizar.

Narrativa personal: Explorar y comprender la historia y experiencias del individuo, identificando patrones y temas relevantes.

Regulación emocional: Desarrollar estrategias para manejar y regular las emociones, considerando las necesidades y preferencias individuales.

Autoconocimiento: Fomentar la comprensión y aceptación de uno mismo, incluyendo las fortalezas y desafíos.

Empoderamiento: Promover la autonomía y la toma de decisiones informadas, considerando las necesidades y objetivos individuales.

Aceptación de la neurodiversidad: Reconocer y valorar las diferencias en la cognición y el procesamiento de la información.

Adaptación y ajustes: Realizar ajustes en la terapia para satisfacer las necesidades individuales, como el uso de herramientas visuales o la adaptación del ritmo de la sesión.

Enfoque en las fortalezas: Identificar y desarrollar las habilidades y fortalezas del individuo, en lugar de enfocarse solo en los desafíos.

El objetivo es crear un espacio seguro y de apoyo para que el individuo pueda explorar sus emociones, desarrollar su narrativa personal y alcanzar sus objetivos, considerando sus necesidades y preferencias únicas.

Antes de comenzar la psicoterapia, me sentía atrapado en un ciclo de bipolaridad, ansiedad y depresión que parecía interminable. Las situaciones cotidianas que para otros eran simples, para mí se habían convertido en montañas imposibles de escalar. No sabía cómo salir de ese estado de angustia constante y aunque intenté muchas veces resolverlo por mi cuenta, nada parecía funcionar.

Desde la primera sesión, supe que había tomado la decisión correcta al buscar ayuda profesional. Mi terapeuta me brindó un espacio seguro donde podía expresarme sin miedo a ser juzgada o señalada. A través de nuestras sesiones, empecé a entender mejor los patrones de pensamiento que me mantenían atrapada en ese ciclo negativo. Poco a poco, comencé a aprender nuevas formas de manejar mis emociones y a desarrollar estrategias para enfrentar los desafíos que antes me abrumaban.

Uno de los cambios más significativos que experimenté fue en mi forma de ver la vida y a mí misma. La terapia me ayudó a reconocer mi valor, a dejar de ser tan dura y autocrítica conmigo misma y a empezar a apreciar los pequeños logros diarios. Aprendí a establecer límites saludables, a comunicarme de manera más efectiva y a ser más consciente de mis necesidades emocionales.

Hoy, me siento más fuerte y más neurodivergente. Todavía enfrento desafíos, como todxs, pero ahora tengo las herramientas para manejar lo que venga. La psicoterapia no solo me ayudó a comprender mi bipolaridad, ansiedad y depresión, sino que también me enseñó a vivir una vida más plena y auténtica. Estoy profundamente agradecida por el apoyo que recibí y por los cambios positivos que han transformado mi vida.

Llorar para sanar es mejor que sonreír para evitar.

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