Ansiedad en Chile: cómo reconocerla y afrontarla en tiempos de incertidumbre

Autor: Pamela Cardenas , 12/10/2025 (129 vista)
Emociones y sentimientos, Estrés
Ansiedad en Chile: cómo reconocerla y afrontarla en tiempos de incertidumbre

En este artículo, abordo el creciente impacto de la ansiedad en el contexto chileno actual. Además, entrego estrategias prácticas y accesibles para manejar la ansiedad desde el autocuidado, la conexión con otros y el acompañamiento terapéutico.

Ansiedad en Chile: cómo reconocerla y afrontarla en tiempos de incertidumbre

En los últimos años, la ansiedad se ha posicionado como uno de los principales malestares emocionales en Chile. Según el Termómetro de la Salud Mental ACHS-UC (2024), uno de cada cuatro chilenos presenta síntomas de ansiedad, siendo las mujeres quienes muestran las cifras más elevadas. Estos datos reflejan una tendencia creciente que preocupa a los profesionales de la salud mental, pues la ansiedad sostenida no solo afecta el bienestar psicológico, sino también la salud física, las relaciones interpersonales y la calidad de vida en general.

La vida moderna chilena, marcada por la presión laboral, el alto costo de vida, la inseguridad económica y la sobreexposición a noticias e información constante, ha contribuido a que muchas personas vivan en un estado de alerta casi permanente. A esto se suma la huella emocional que dejó la pandemia: la pérdida de rutinas, el aislamiento, la incertidumbre y el duelo colectivo generaron un terreno fértil para el aumento de los cuadros ansiosos.

En este contexto, la ansiedad se manifiesta de formas diversas. Algunas personas la reconocen como una preocupación constante que no se detiene, pensamientos repetitivos o sensación de “no poder desconectarse”. Otras experimentan síntomas físicos como tensión muscular, palpitaciones, problemas digestivos o dificultades para dormir. En todos los casos, el denominador común es la sensación de estar sobrepasado por las demandas del entorno o por el propio mundo interno.

Un problema común, pero aún poco comprendido

A pesar de su frecuencia, muchas personas siguen interpretando la ansiedad como una debilidad o como algo que se debe “superar con fuerza de voluntad”. Esta visión, además de injusta, genera culpa y dificulta pedir ayuda. Es importante entender que la ansiedad no es el enemigo, sino una señal de que el cuerpo y la mente están intentando adaptarse a una situación que perciben como amenazante o abrumadora. Cuando esa respuesta se mantiene activada durante mucho tiempo, deja de ser funcional y empieza a deteriorar la vida cotidiana.

Hablar de ansiedad también implica reconocer el impacto del contexto social. En Chile, las exigencias de rendimiento, la competitividad y la falta de espacios de descanso emocional contribuyen a mantener un estado de tensión continua. A esto se suma la limitada disponibilidad de servicios de salud mental, lo que hace que muchas personas no reciban el apoyo que necesitan. Por eso, abordar la ansiedad no solo requiere herramientas personales, sino también políticas públicas y una cultura que valore el autocuidado y la salud emocional.

Estrategias para manejar la ansiedad

Si bien no existe una fórmula única para reducir la ansiedad, hay estrategias efectivas que pueden ayudar a regularla y recuperar el equilibrio. A continuación, algunas recomendaciones prácticas y validadas por la experiencia clínica:

1.Reconocer y validar lo que sientes
Identificar los síntomas y ponerles nombre es el primer paso para gestionarlos. En lugar de luchar contra la ansiedad, se trata de observarla con curiosidad y comprensión. Preguntarte “¿qué me está queriendo decir esta sensación?” puede abrir un espacio de autoconocimiento y calma.

2.Cuidar el cuerpo para calmar la mente
El cuerpo y la mente están profundamente conectados. Dormir las horas necesarias, alimentarse de manera equilibrada y realizar actividad física regular ayudan a reducir los niveles de cortisol (la hormona del estrés). Prácticas como la respiración diafragmática, el yoga o el mindfulness facilitan que el sistema nervioso se autorregule.

3.Organizar el tiempo y las prioridades
La ansiedad suele aumentar cuando sentimos que tenemos demasiado por hacer y poco control sobre las circunstancias. Dividir las tareas en pasos más pequeños, establecer rutinas flexibles y aceptar que no todo depende de uno mismo permite disminuir la sobrecarga mental. También es fundamental aprender a decir “no” y reconocer los propios límites.

4.Reducir la exposición a estímulos estresantes
En tiempos de hiperconectividad, el exceso de información puede convertirse en una fuente constante de ansiedad. Limitar el consumo de noticias, especialmente antes de dormir, y establecer momentos del día para desconectarse de las pantallas son medidas simples que generan un gran impacto.

5.Fortalecer las redes de apoyo
Compartir lo que sentimos con personas de confianza ayuda a disminuir la carga emocional y a obtener nuevas perspectivas. La ansiedad se intensifica en el aislamiento; por eso, buscar compañía y mantener vínculos afectivos es parte del tratamiento.

6.Buscar apoyo profesional
La psicoterapia es una herramienta eficaz para comprender el origen de la ansiedad y aprender estrategias personalizadas para manejarla. Dependiendo de la intensidad de los síntomas, también puede ser necesario un apoyo farmacológico supervisado por un psiquiatra. En Chile existen alternativas de atención pública, universitaria y privada que pueden facilitar el acceso a tratamiento.

Hacia una cultura del bienestar

Más allá del trabajo individual, es necesario avanzar hacia una sociedad que reconozca el valor del bienestar emocional. Promover espacios laborales más saludables, educación emocional desde edades tempranas y políticas públicas que garanticen acceso a salud mental son pasos fundamentales para reducir la carga de ansiedad colectiva.

La ansiedad, cuando se comprende y se atiende adecuadamente, puede transformarse en una oportunidad para reconectar con uno mismo, revisar el ritmo de vida y establecer nuevas prioridades. Aprender a escucharnos, cuidarnos y pedir ayuda cuando la necesitamos no es un signo de debilidad, sino de madurez y autocompasión.

 

Por Pamela Cárdenas
Psicóloga Clínica – Terappio

“Aprender a escucharte es el primer paso para volver a estar en paz contigo mismo.”

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