La depresión en la adolescencia afecta con especial fuerza a las mujeres jóvenes, quienes suelen expresar su sufrimiento a través de la autoagresión y la ideación suicida. Este artículo explora las causas, las señales de alerta y la importancia de la psicoterapia para brindar apoyo y prevención.
La depresión adolescente se ha convertido en una de las principales problemáticas de salud mental en los últimos años. Las estadísticas internacionales muestran que las mujeres adolescentes presentan tasas más altas de depresión y conductas autolesivas que sus pares masculinos (OMS, 2021). Este fenómeno no se debe a una única causa, sino a la interacción de factores biológicos, sociales y culturales.
La presión estética, la violencia de género, el bullying escolar y las dificultades en la autoidentificación son solo algunas de las experiencias que pueden potenciar la vulnerabilidad emocional de las jóvenes. A esto se suma la intensidad propia de la adolescencia, etapa en que se vive todo “a flor de piel”.
En consulta clínica, los relatos más comunes de adolescentes mujeres con depresión incluyen sentimientos de vacío, culpa excesiva, desesperanza y una marcada dificultad para proyectarse hacia el futuro.
En muchos casos, estos síntomas se acompañan de ideación suicida: pensamientos persistentes de no querer vivir, frases como “mi vida no tiene sentido” o fantasías de desaparecer. Aunque en ocasiones estos pensamientos no llegan a materializarse en un plan concreto, constituyen una señal de alerta que requiere intervención inmediata.
Autores como Winnicott (1965) señalaban que el entorno debe ofrecer un sostén emocional suficiente para que la adolescente pueda atravesar la angustia sin sentir que cae en el vacío. Cuando ese sostén no existe —por abandono, violencia o incomprensión—, la autoagresión o el suicidio pueden presentarse como una forma desesperada de comunicar dolor.
La autoagresión no suicida (cortes, quemaduras, golpes autoinfligidos) aparece con frecuencia en adolescentes mujeres. Lejos de ser un simple “llamado de atención”, suele representar un lenguaje del cuerpo cuando las palabras no alcanzan.
Jessica Benjamin (1995) aporta que el reconocimiento del otro es esencial para la constitución del yo. En ausencia de ese reconocimiento, la joven puede recurrir a la autoagresión como una forma de sentirse real, de experimentar que todavía existe en medio del vacío emocional.
Por eso, la respuesta de la familia y del entorno adulto nunca debe ser minimizar (“solo quiere llamar la atención”) ni culpabilizar (“me hace esto para hacerme sufrir”). La autoagresión exige comprensión, acompañamiento y apoyo profesional inmediato.
Historia de bullying o violencia sexual.
Baja autoestima y dificultades en la autoimagen.
Trastornos de la conducta alimentaria asociados.
Presión social por roles de género y rendimiento académico.
Antecedentes familiares de depresión o suicidio.
La psicoterapia brinda un espacio de validación donde la adolescente puede expresar su dolor sin miedo al juicio. Desde mi experiencia clínica, el proceso más transformador ocurre cuando ellas sienten que su sufrimiento es escuchado y tomado en serio.
El enfoque sistémico-relacional permite trabajar no solo con la paciente, sino también con su familia, generando cambios en la dinámica de apoyo. Se orienta a los padres para comprender que el síntoma no es una “provocación”, sino una manifestación de un dolor profundo.
La depresión, la ideación suicida y la autoagresión en mujeres adolescentes son fenómenos dolorosos y alarmantes, pero no inevitables. Detectar las señales a tiempo, ofrecer escucha y buscar ayuda profesional puede salvar vidas y abrir caminos de esperanza.
Mi compromiso como psicólogo clínico es acompañar a las adolescentes y a sus familias en este proceso, construyendo espacios seguros donde el dolor pueda transformarse en nuevas formas de vivir y vincularse.
Benjamin, J. (1995). Like Subjects, Love Objects: Essays on Recognition and Sexual Difference. Yale University Press.
Winnicott, D. W. (1965). The maturational processes and the facilitating environment. International Universities Press.
Organización Mundial de la Salud (OMS). (2021). Depresión y otros trastornos mentales comunes.