Hay momentos en los que la vida parece detenerse. Todo se vuelve más pesado, los pensamientos giran sin descanso, el cuerpo se tensa y sentimos que perdemos el control.
A veces intentamos mantenernos fuertes, distraernos o fingir que todo está bien, pero por dentro la tormenta sigue.
Eso que llamamos crisis emocional no es una señal de debilidad. Es una respuesta humana ante una sobrecarga de dolor, miedo o frustración. Es el cuerpo y la mente diciendo: “necesito atención, necesito cuidado.”
Regular las emociones no significa “dejarlas de sentir” o “mantener la calma todo el tiempo”. Significa reconocer lo que ocurre dentro de ti, comprenderlo y responder de una forma más amable contigo mismo. Y es ahí donde la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) se convierte en una gran aliada.
Cuando escuchamos la palabra “aceptación”, muchas personas piensan que implica conformarse o renunciar a cambiar. Pero en ACT, aceptar significa abrirse a la experiencia emocional tal como es, sin huir de ella ni pelear contra ella.
No se trata de decir “me gusta lo que pasa”, sino de reconocer: “esto está ocurriendo y puedo acompañarme en medio de ello”.
Imagina que estás atrapado bajo la lluvia. Puedes quedarte quieto, enojarte y gritar que deje de llover… o puedes abrir el paraguas y seguir caminando. La lluvia sigue ahí, pero ahora tú decides cómo transitarla.
Esa es la diferencia entre sufrir y sostenerse con conciencia.
Aceptar lo que sentimos es dejar de gastar energía en la lucha interna para dirigirla hacia lo que realmente importa: vivir una vida con sentido, incluso cuando las emociones no sean agradables.
La mente humana es experta en fabricar historias. Nos dice: “no puedes con esto”, “esto no debería estar pasando”, “todo va a salir mal”.
Y aunque esos pensamientos buscan protegernos, muchas veces nos encierran en un círculo de angustia.
ACT nos invita a mirar esos pensamientos desde otro lugar: no como verdades absolutas, sino como palabras que aparecen y desaparecen en nuestra conciencia.
Podemos aprender a observar la mente sin que ella dirija cada paso. Una frase frecuente en ACT es: “No necesitas creer todo lo que piensas.”
La regulación emocional empieza cuando dejamos de ser arrastrados por nuestras ideas y empezamos a observarlas con distancia y compasión.
Cuando estás en crisis, es fácil perder de vista tus valores: esas cosas que dan sentido a tu vida y te conectan con quién realmente eres.
ACT te invita a preguntarte:
Tus valores son como una brújula: no detienen la tormenta, pero te orientan sobre hacia dónde caminar.
Si el dolor te aleja de lo que amas, los valores te ayudan a regresar a ti mismo.
ACT nos enseña que no necesitamos eliminar el dolor para vivir una vida plena.
Las emociones difíciles forman parte de la experiencia humana, pero no tienen por qué gobernar tu vida.
Regularlas no es controlarlas, sino aprender a moverte con ellas, escucharlas y permitirte seguir avanzando, incluso cuando no todo esté en calma.
Al practicar la aceptación, el compromiso con tus valores y la presencia consciente, comienzas a descubrir algo liberador:
que el malestar no es tu enemigo, sino un mensajero que te invita a crecer, soltar viejos patrones y reconectar contigo.
Si hoy estás atravesando una crisis emocional, recuerda esto: no necesitas hacerlo solo.
Buscar apoyo no te hace débil, te hace valiente. Significa que estás dispuesto a aprender nuevas formas de sostenerte, a cuidar tu salud mental y a construir una relación más compasiva contigo mismo.
La regulación emocional no se logra en un día, pero cada vez que eliges respirar, observarte con ternura y actuar desde tus valores, estás sanando.
Y aunque la tormenta no desaparezca de inmediato, poco a poco descubrirás algo hermoso: has aprendido a bailar bajo la lluvia.
🩵 Ser con Pau, tu psicóloga
Psicología que te acompaña a crecer.