Autoestima y relaciones

Autor: Dagmary Ferras , 08/08/2025 (234 vista)
Relaciones, Emociones y sentimientos, Depresión, Autoestima, Autoidentificación, Soledad, Sexualidad, Sentido de la vida, Codependencia, Estrés
Autoestima y relaciones

¿Alguna vez te has preguntado por qué algunas personas permanecen en relaciones que las lastiman? ¿Cómo es posible que alguien tolere maltrato, humillaciones o indiferencia? La respuesta, en muchos casos, está en un enemigo silencioso pero poderoso: la baja autoestima.

Las relaciones tóxicas no siempre comienzan con códigos rojos, alertándonos. A veces se disfrazan de amor intenso, pasión o dependencia mutua, hasta que poco a poco erosionan la seguridad y la identidad de quien las padece. Pero, ¿cómo detectar si estamos en medio de una relación tóxica? ¿Y qué papel juega nuestra autoestima en todo esto?

Cuando hablamos de autoestima nos referimos a la valoración positiva o negativa que una persona hace sobre sí misma y, por otro lado, cuando hablamos de relaciones tóxicas, nos referimos a todas aquellas relaciones en las que, teniendo en cuenta los límites establecidos por ambos integrantes de la pareja, una de las dos partes no se siente libre de hacer lo que quiera.¿Cuál es la relación entre la autoestima y las relaciones tóxicas?

Es un tema bastante amplio, pero a manera de resumen podríamos decir que cuando una persona tiene una baja autoestima tiene tendencia a aceptar relaciones en las que se sufre daño, ya sea a nivel emocional, a nivel físico o ambos.

La baja autoestima hace que la persona tenga una mala valoración sobre sí misma, muchas veces llegando a tener comportamientos tales como: 

No tener respeto sobre uno mismo.

Llegar a hacer cualquier cosa por conseguir la aprobación de los demás.

Si se reciben humillaciones se aceptan porque la persona, en el fondo, puede llegar a seguir que las merece.

El impacto de una relación tóxica no se limita al plano emocional. Las secuelas que deja pueden extenderse a nivel físico, psicológico e incluso social. Muchas personas que han estado durante largo tiempo en una relación dañina experimentan cuadros de ansiedad, depresión, insomnio o somatizaciones como dolores de cabeza, fatiga crónica o problemas digestivos. El cuerpo empieza a manifestar lo que la mente no puede procesar: un estado de alerta constante, producto de vivir en un entorno emocionalmente inseguro.

A nivel psicológico, las consecuencias son igual de devastadoras. La autoestima de la persona afectada se ve profundamente erosionada, ya que constantemente recibe mensajes implícitos o explícitos de que no vale lo suficiente, de que es culpable de todo lo que ocurre o de que no podrá sobrevivir sin su pareja. Este tipo de desgaste emocional puede llevar a la dependencia afectiva, al aislamiento social y a una profunda pérdida de identidad. Incluso cuando la relación termina, la persona puede seguir sintiendo miedo, culpa o confusión durante años. Reconocer estos efectos es fundamental para poder iniciar un proceso de sanación consciente y profundo.

Uno de los aspectos más desconcertantes de las relaciones tóxicas es la dificultad para salir de ellas. Desde fuera, puede parecer incomprensible que alguien permanezca con una persona que le hace daño, pero las razones son múltiples y complejas. El miedo a la soledad es una de las principales. Vivimos en una sociedad que valora enormemente el tener pareja, y esto hace que muchas personas prefieran mantener un vínculo disfuncional antes que enfrentarse a la idea de estar solas. El vacío emocional puede parecer más aterrador que el maltrato cotidiano.

La dependencia afectiva también juega un papel determinante. En muchas ocasiones, la víctima ha sido manipulada de forma tan sutil que empieza a creer que no puede vivir sin su pareja. Se convence de que es débil, de que no sabría qué hacer fuera de esa relación, o incluso de que no encontrará a nadie más que la quiera. A esto se suma el autoengaño: minimizar lo que ocurre, justificar las actitudes del otro o aferrarse a los buenos momentos como si fueran pruebas de un amor verdadero. Este ciclo de esperanza y decepción crea un bucle emocional difícil de romper, donde cada intento de alejamiento se ve frustrado por la culpa o el miedo.

Reconocer las señales de alerta que a veces se pasan por alto y sobre todo conocer las claves para reconstruir el amor propio y romper el ciclo, se convierte en el tema principal de muchas terapias de la actualidad. Porque al final, la pregunta más importante no es ¿Por qué nos aferramos a lo que nos hace daño? sino, ¿cómo puedo salir y sanar? 

Salir de una relación tóxica no es un proceso inmediato ni fácil. Requiere valentía, determinación y, sobre todo, un trabajo interno profundo. El primer paso es recuperar el contacto contigo mismo: recordar quién eras antes de esa relación, cuáles eran tus sueños, tus valores y tu forma de ver la vida. Reconectar con tu esencia te permite recuperar la confianza perdida y empezar a ver con más claridad lo que realmente mereces.

 El apoyo externo también es fundamental. Hablar con personas de confianza, acudir a un terapeuta o buscar grupos de apoyo puede marcar una gran diferencia. Muchas veces, la persona que está dentro de una relación tóxica no logra ver con objetividad lo que está ocurriendo, y necesita otros puntos de vista para tomar conciencia. No se trata de romper de forma impulsiva, sino de construir una salida sólida y segura. Esto implica también planificar ciertos aspectos prácticos, como dónde vivir, cómo mantenerte económicamente o qué hacer en caso de reacciones violentas. Liberarte de una relación dañina no es una huida, es un acto de amor propio.

 Aunque es difícil evitar completamente el dolor al salir de una relación tóxica, sí es posible minimizarlo y transformarlo en crecimiento. La clave está en no idealizar el pasado ni justificar el sufrimiento. Es fundamental aceptar que esa relación no era sana y que mantenerse en ella solo habría prolongado el daño. Romper el contacto, al menos temporalmente, es muchas veces necesario para cortar el ciclo de manipulación y dependencia. Esto incluye eliminar comunicaciones innecesarias, redes sociales y cualquier forma de vínculo que reabra heridas.

El proceso de sanación también implica reconstruirse desde dentro. Es un buen momento para retomar hobbies olvidados, cultivar amistades saludables y trabajar en tu autoestima. La terapia psicológica puede ser una gran aliada en este proceso, ayudándote a identificar patrones, sanar heridas antiguas y aprender a establecer límites más claros en el futuro. No hay un tiempo exacto para superar una relación tóxica, pero cada paso en dirección a tu bienestar es una victoria. Alejarse con conciencia, firmeza y compasión hacia uno mismo es la mejor forma de garantizar que esa historia no se repita.

El poder de elegirnos a nosotros mismos

Las relaciones tóxicas no solo duelen por lo que nos hacen, sino por lo que nos hace creer de nosotros mismos. Nos convencen de que el cariño duele, que merecemos poco o que estar solos es peor que estar mal acompañados. Sin embargo, la realidad es otra: el amor sano no controla, no humilla y no exige que nos rompamos para encajar.

Recuperar la autoestima es, sin duda, uno de los actos más valientes que una persona puede realizar. Implica enfrentarse al miedo, al dolor y a la incertidumbre, pero también abre la puerta a una vida más auténtica y plena. No se trata simplemente de alejarse de alguien que hace daño, sino de reconectarse con uno mismo, de recuperar la voz y la dignidad que quizás se habían perdido en el proceso. Es el inicio de una etapa donde el bienestar emocional deja de ser una utopía y se convierte en una meta alcanzable. Es aprender que poner límites no es egoísmo, sino supervivencia emocional. Que la soledad, aunque asuste, puede ser más pacifica que una relación que nos vacía.

Cada vez que permitimos un desprecio, un maltrato o un “te quiero pero…” no solo estamos renunciando al respeto del otro, sino al nuestro propio. Hoy puede ser el día en el que decidas que tu paz mental no es negociable.

El artículo ya recibió “me gusta”