Vuelta al trabajo después de vacaciones

Autor: Gema Rico , 28/08/2025 (211 vista)
Motivación., Procrastinación
Vuelta al trabajo después de vacaciones

La vuelta al trabajo tras las vacaciones puede generar resistencia o tristeza. Una de las formas de superar esta resistencia es escucharte sin juzgarte, validar tus emociones y acompañarte con empatía, para reconectar poco a poco con tu energía y autenticidad en la rutina.

El final de las vacaciones casi siempre trae consigo una mezcla de sensaciones. Por un lado, queda la huella del descanso, los momentos compartidos y la desconexión. Por otro, aparece una especie de resistencia: cuesta volver a madrugar, recuperar los horarios fijos y reencontrarse con la rutina laboral. Esa ambivalencia es completamente normal, pero a veces se vive con cierta angustia o tristeza que puede acompañarnos durante días.

La clave no está en obligarnos a sentir entusiasmo de inmediato, sino en aprender a escucharnos con honestidad.

Darse permiso para sentir

El regreso puede generar cansancio, falta de motivación o incluso un poco de apatía. Son reacciones comunes, y lo más sano es reconocerlas en lugar de luchar contra ellas. Cuando nos juzgamos por estar desanimados (“no debería sentirme así”, “tengo que ponerme en marcha ya”), solo añadimos más presión.

Un primer paso útil es detenerse unos minutos y preguntarse: “¿Qué estoy sintiendo ahora mismo con respecto a volver al trabajo?”. Ponerlo en palabras nos ayuda a aliviar la tensión y a darle un espacio a nuestra experiencia, sin forzarla a cambiar de golpe.

Reconectar con el sentido del trabajo

Muchas veces la dificultad no está solo en retomar las tareas, sino en cómo las interpretamos. Si vemos el trabajo únicamente como obligación, el regreso pesa mucho más. En cambio, recordar qué valor personal y social tiene lo que hacemos puede dar un nuevo enfoque.

Preguntarnos “¿para qué hago lo que hago?, ¿qué aspectos de mi día a día laboral me hacen crecer o me conectan con otros?” puede abrir una perspectiva distinta. No se trata de romantizar la rutina, sino de encontrar en ella un motivo que la haga más llevadera y congruente con quienes somos.

Pequeños respiros dentro de la rutina

Uno de los encantos de las vacaciones es que solemos tener tiempo propio: leer, pasear, dormir un poco más, hacer planes sin reloj. Aunque al volver al trabajo no podamos mantener ese mismo ritmo, sí es posible reservar pequeños momentos para nosotros.

Un café tranquilo, un paseo corto, unos minutos de silencio antes de dormir… son gestos sencillos que recuerdan que seguimos teniendo un espacio personal, más allá de las obligaciones. Esa atención cotidiana hacia uno mismo marca una diferencia importante en el estado de ánimo.

Tratarse con amabilidad

La autocrítica suele ser muy fuerte en esta etapa: “Tengo que rendir como siempre”, “ya debería estar motivado”. En lugar de imponernos exigencias, conviene hablarnos con la misma comprensión con la que lo haríamos con alguien querido.

Reconocer lo que ya hacemos bien, agradecer nuestros propios esfuerzos y aceptar que necesitamos un tiempo de adaptación reduce el malestar y da margen para recuperar energía.

Escuchar lo que el malestar nos dice

En algunos casos, la dificultad para volver al trabajo también puede ser una señal más profunda. No siempre se trata solo de la nostalgia de las vacaciones; a veces nos conecta con preguntas sobre nuestro presente laboral: “¿Estoy en un lugar que me hace sentir bien?, ¿necesito cambios?”.

Escuchar esa inquietud puede ser incómodo, pero también es una oportunidad para acercarnos a lo que realmente queremos y a la forma de vida que nos resulta más auténtica.

Conclusión

La vuelta al trabajo después de las vacaciones no es un trámite sencillo ni inmediato. Es un proceso en el que conviven emociones diversas y donde lo más importante es acompañarse con respeto. Validar lo que sentimos, darle sentido a lo que hacemos, reservar espacios propios y tratarnos con amabilidad son pasos que facilitan el camino.

No se trata de negar el malestar, sino de escucharlo. Cuando nos permitimos hacerlo, la resistencia disminuye y podemos transformar el regreso en un momento de aprendizaje sobre nosotros mismos.

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