Siempre he sido muy malo para hablar sobre mi y después de un tiempo entendí que era porque parte de mi ser, de mi pensar, me llevan a interpretar que si hablo mucho sobre mi lo tomo como egocentrismo y siento que acaparo la atención. Ahora entiendo que no es egocentrismo, aun que sigo prefiriendo hablar poco sobre mi y escuchar más a otras personas.

Todos tenemos una historia que contar y saber a quién se la compartimos es importante.

Amo lo que hago porque lo que hago para mi fue un gran salvavidas en momentos de mi vida en los que sentía que había fracasado como hombre, como hijo y como pareja.

El enfoque que manejo es el Sistémico Familiar.

Este enfoque no implica un trabajo con la familia completa todo el tiempo, ni al principio ni al final de manera forzosa. Es un enfoque hermoso que nos ayuda a darnos cuenta del poder que tenemos sobre los demás y sobre nosotros mismos. Todo lo que nos rodea es un sistema y nosotros formamos parte de esos sistemas, por lo tanto, todo lo que una persona haga o deje de hacer, influye y repercute sobre las demás personas.

A veces pensamos que ir a terapia es ir una vez por semana de manera forzada durante mucho tiempo, sin embargo, no es así. La terapia es un espacio personal en donde se encuentra en apoyo, la guía y comprensión del/la terapeuta y se puede tomar semanalmente, cada 15, 22, 30 o más días. Todo depende de la necesidad de cada persona.

Todo lo hecho, dicho o estipulado en terapia se hace siempre en pro y en beneficio del/los pacientes.

Cuando recién ingresé a la carrera no tenía idea de qué estaba haciendo ahí, sin embargo, mi inconsciente sí y me fue guiando durante un tiempo. Después me di cuenta que el motivo por el que ingresé a la carrera había sido porque buscaba respuestas a lo que pasaba en mi familia, en mi vida y en mi como hombre.

La formación como terapeuta cobra mucho sentido cuando uno es congruente con lo que estudia, hace, piensa y dice. Mi preparación me ha ayudado a nivel personal ya que he aprendido a tomar la parte que me toca, es decir, mi responsabilidad. La culpa me atormentaba y me carcomía por dentro de manera lenta y torturadora, hasta que aprendí a resignificar y verlo como mi responsabilidad y no como mi culpa. Esto me ayudo a tomar mi responsabilidad afectiva y a poder sobrellevar una relación de pareja sana en la que cada quien toma su parte y se trabaja tanto en lo individual como en conjunto. Aprendí a detectar la violencia, algo que puede sonar super obvio pero que tenemos tan normalizado que a veces se vuelve nuestro día a día.

¿Qué más he resignificado? Mi masculinidad. Estar rodeado de mujeres, maestras y mentoras, me ha regalado una visión tan diferente de lo que significa ser un buen hombre o el ser "lo suficientemente hombre" sin necesidad de estar por encima de los demás, respetando al sexo opuesto y en especial al propio.

Si solo haces lo que ya sabes hacer no vas a llegar a ser más de lo que ya eres hoy.

Me encantan los gatos. Son criaturas independientes y egocéntricas que nos recuerdan que el mundo no gira al rededor de nosotros pero que a su vez nos demuestran cómo marcar un límite. Buscan la compañía de uno pero no siempre la aprobación. Son un experimento hermoso.

Disfruto mucho de los paisajes verdes aun que la verdad es que disfruto más del estrés de la ciudad.

Soy malo para ver series pero amo las de Star Wars.

Me encanta la panadería y la repostería.