Este texto puede orientarte sobre aquellos elementos que vives cuando estás pasando por una ruptura amorosa. Ojalá y te represente una opción para acercarte a terapia.
Para ti, que estás atravesando un rompimiento…
Sabemos que el final de una relación amorosa puede sentirse como una pérdida devastadora. Quizás te cuesta entender lo que sientes, o no sabes cómo seguir adelante. Este texto está escrito pensando en ti, con el deseo profundo de ayudarte a ponerle palabras a lo que estás viviendo. Desde el psicoanálisis, queremos acompañarte a comprender este momento tan sensible y mostrarte que no estás solo/a. Y sobre todo, invitarte a que te acerques a quien te haya compartido este artículo. Esa persona —una psicóloga o un psicólogo— está dispuesta a escucharte y ayudarte a sanar.
El amor no nace en el vacío. Según Freud, cuando nos enamoramos, lo hacemos proyectando en la otra persona aspectos de nuestras primeras experiencias con quienes nos cuidaron. Buscamos, a veces sin saberlo, repetir vínculos que marcaron nuestra infancia. Por eso, cuando una relación se rompe, sentimos que no solo perdemos a la pareja, sino también parte de nosotros mismos.
Esta idealización del otro —verlo como "perfecto" o "el indicado"— se rompe, y con ello se derrumban nuestras ilusiones. Es normal que esto duela profundamente.
Freud explicó que tras perder a alguien amado, el ser humano entra en un proceso de duelo. Esto incluye tristeza, nostalgia, enojo, y una sensación de vacío que puede parecer interminable. A veces, en vez de dejar ir, nos aferramos al otro desde el dolor: lo recordamos constantemente, lo buscamos en todo, lo idealizamos o lo culpamos.
¿Te sientes atrapado/a en esos pensamientos? Es natural. Pero también es un signo de que necesitas hablarlo, acompañarte y permitir que el dolor se transforme.
Para protegernos del sufrimiento, muchas veces negamos lo que pasó, minimizamos el dolor o nos decimos que todo volverá a ser como antes. Otras veces, sentimos odio y amor al mismo tiempo. Incluso podemos culpabilizar totalmente al otro o a nosotros mismos.
Estas reacciones, aunque contradictorias, son formas de defensa que la mente utiliza para soportar lo que duele. Un espacio terapéutico te puede ayudar a reconocer estas defensas y soltarlas cuando ya no te ayuden.
Después de una ruptura, muchas personas sienten que no valen, que no fueron suficientes, que algo en ellas está roto. Esto se llama herida narcisista. El rechazo, la indiferencia o el abandono tocan fibras muy profundas en nuestro interior.
Si esto te pasa, es importante que sepas que tu valor no depende de esa relación. Recuperar la autoestima toma tiempo, pero es posible, especialmente si te das el permiso de pedir ayuda.
Según Lacan, nuestro deseo es complejo y no siempre consciente. Muchas veces, en nuestras relaciones, buscamos llenar vacíos o repetir historias inconclusas. El dolor que sientes hoy puede estar conectado con anhelos más antiguos.
Comprender lo que realmente deseabas en esa relación puede darte pistas para reconstruirte desde un lugar más auténtico.
¿Sientes que tus relaciones se parecen entre sí? ¿Qué te duele siempre de la misma manera? Freud hablaba de una "compulsión a la repetición": repetir lo que nos hirió, intentando inconscientemente resolverlo.
Romper este ciclo es posible, pero requiere mirar hacia adentro. Y para eso, hablar con un/a terapeuta puede marcar la diferencia.
Una ruptura puede reactivar dolores antiguos: abandonos pasados, rechazos, heridas infantiles. Por eso duele tanto: no es solo esta relación la que se pierde, sino muchas otras cosas que no habías sanado.
Ese llanto incontenible, esa angustia que no entiendes, son parte de este proceso. El psicoanálisis ayuda a nombrar lo que parecía olvidado, para que deje de doler en silencio.
En la pareja, muchas veces el otro actúa como un espejo: nos ayuda a sentirnos validados, amados, importantes. Cuando ese espejo se rompe, podemos sentirnos perdidos.
Es entonces cuando más necesitamos volver a mirarnos a nosotros mismos, y reconstruir una imagen que no dependa únicamente del otro.
Vivimos en una sociedad que idealiza el amor, muestra relaciones perfectas y censura el sufrimiento. Las redes sociales lo amplifican todo: ves a tu ex feliz, recuerdas fotos juntos, sientes que tú eres el único/a que sufre.
Pero eso no es real. Cada quien tiene su proceso, y tú tienes derecho a vivir el tuyo, a tu ritmo, con autenticidad.
Superar una ruptura no significa olvidar, sino transformar. Significa entender lo vivido, resignificarlo, y crecer con ello. El psicoanálisis no busca darte consejos rápidos, sino ayudarte a comprender quién eres, qué buscas y cómo amar de forma más libre.
Y si estás leyendo esto porque te lo compartió un profesional, es porque no estás solo/a. Esa persona quiere ayudarte. No temas hablarle, pedirle una cita, abrir tu corazón. Porque sí, este puede ser un final… pero también el comienzo de una relación más profunda contigo mismo/a.
Bibliografía consultada:
Freud, S. (1917). Duelo y melancolía. Obras completas, Volumen XIV. Buenos Aires: Amorrortu Editores.
Lacan, J. (1960). La dirección de la cura y los principios de su poder. Escritos II. Buenos Aires: Siglo XXI Editores.
Klein, M. (1940). Duelo y su relación con los estados maníaco-depresivos. En: Desarrollos en psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós.