¿Por qué repito los mismos vínculos aunque sé que me hacen mal?

Autor: Valentina Scorzone , 10/12/2025 (5 vista)
Depresión
¿Por qué repito los mismos vínculos aunque sé que me hacen mal?

Si pudieras cobrar cada vez que pensaste eso, ya tendrías para pagar varias terapias privadas. Y lo más frustrante es esto: no eres tonta, no eres ingenuo/a, SABES que te hace mal… y aún así vuelves a caer. Ahí es donde el psicoanálisis relacional tiene algo muy potente que decir.

No eliges desde la lógica: eliges desde tu historia relacional

La investigación en apego lleva décadas mostrando que las primeras experiencias con cuidadores moldean nuestras expectativas emocionales: qué es el amor, qué pasa cuando necesito algo, cuán seguro es pedir afecto. Estos esquemas tempranos forman “modelos internos de relación” que luego guían—en gran parte sin que lo notemos—nuestras elecciones afectivas adultas (Ainsworth, 1991; Bowlby, 1988).

Los estudios muestran que quienes desarrollan estilos de apego inseguros suelen involucrarse en relaciones más inestables y emocionalmente demandantes (Smith et al., 2020; Gilbert et al., 2021). No porque “les guste sufrir”, sino porque la familiaridad emocional tiene un poder inmenso sobre nuestro sistema nervioso, incluso cuando es dolorosa.

Por ejemplo:

Si aprendiste que el cariño aparecía y desaparecía sin aviso, hoy puedes sentirte intensamente atraída/o por personas impredecibles.

Si en tu infancia te enseñaron que necesitabas “ser poco”, “no molestar”, “ser fuerte”, es probable que busques vínculos donde debas minimizarte otra vez.

Estas dinámicas se sostienen porque el cuerpo “reconoce” lo que le es familiar, aunque duela. Fonagy y Lorenzini (2013) explican que nuestras respuestas afectivas automáticas se activan antes de que podamos pensarlas. Por eso, una parte de ti ya reaccionó antes de que tu mente consciente diga: “esto no me conviene”.

El giro relacional: no se trata solo de ti, sino de la danza que construyes con otros

El psicoanálisis relacional, impulsado por autores como Stephen Mitchell, propone que no somos “islas psíquicas”: nuestros patrones se co-crean en interacción con el otro (Mitchell, 1988).
No es solo que tú traigas tu historia; las relaciones actuales reactivan esas historias y juntos repiten, transforman o reparan viejos guiones.

Safran y Muran (2000) describen esto como esquemas relacionales: expectativas aprendidas que se activan especialmente cuando hay conflicto o vulnerabilidad. Cuando un vínculo toca una herida antigua, responde tu yo adulto… pero también tu yo herido.

Por eso situaciones pequeñas generan reacciones enormes:

  • Un mensaje sin responder activa tu miedo al abandono, no solo tu inquietud del presente.
  • Una crítica suave despierta años de sentirte “no suficiente”.
  • Un gesto de ternura puede desatar desconfianza si en tu historia lo amoroso siempre tuvo un costo.

No son “exageraciones”: son ecos de experiencias pasadas, como bien plantean estudios sobre memoria implícita interpersonal (Riggs et al., 2007).

Repetimos lo que no hemos podido reparar

La idea de “compulsión a la repetición”, ya presente en Freud, hoy se entiende desde una mirada más fina: repetimos no solo por hábito, sino porque inconscientemente buscamos recrear un escenario conocido para ver si esta vez el final cambia.

Pero sin herramientas nuevas, el final suele ser el mismo.

Sharon Martin (2021) lo explica así: “repetimos lo que no reparamos”.
Y la investigación actual coincide: las personas tienden a reproducir dinámicas relacionales que, aunque dañinas, mantienen coherencia con sus esquemas internos (PsychCentral, 2018; Smith et al., 2020).

En otras palabras, no buscas dolor: buscas sentido.
El problema es que ese sentido está organizado alrededor de heridas que aún no han sido integradas.

La terapia relacional: un lugar donde el patrón aparece… y puede transformarse

Aquí viene lo crucial: los patrones no solo se repiten en tus relaciones amorosas, sino también en la relación con tu terapeuta. Y eso, lejos de ser un problema, es una oportunidad terapéutica enorme.

La evidencia muestra que trabajar directamente con las rupturas en la alianza terapéutica—esos momentos en que te molestas, te cierras o dudas del terapeuta—predice mejores resultados de tratamiento (Coutinho et al., 2014; Safran & Muran, 2000; Safran & Elvy, 2010).

¿Por qué?
Porque la terapia relacional no observa el patrón desde afuera: lo vive contigo. Cuando el terapeuta nombra lo que está ocurriendo entre ustedes (“siento que algo se tensó cuando mencioné esto, ¿te pasó algo conmigo?”), ofrece un nuevo modo de estar en relación. Uno donde el conflicto no rompe, sino que se puede reparar.

Esa experiencia repetida de reparación crea lo que estudios sobre apego llaman un apego más seguro adquirido (Riggs et al., 2007; Fonagy & Lorenzini, 2013).

¿Cómo saber si estás atrapado/a en un patrón relacional?

Pregúntate:

  • ¿Mis relaciones terminan siempre de forma parecida?
  • ¿Siento que ocupo el mismo rol: cuidador/a, evitativo/a, perseguidor/a, autosuficiente?
  • ¿Mis reacciones son más intensas que la situación real?
  • ¿Cambio de pareja pero nunca de dinámica?

Si respondes que sí, quizás no estás eligiendo solo personas; estás eligiendo historias.

¿Se puede dejar de repetir?

Sí. Pero no cambiando solo la conducta: cambiando la experiencia emocional.
La evidencia sobre apego adulto muestra que es posible modificar patrones cuando vivimos relaciones estables, confiables y emocionalmente disponibles, incluidas las terapéuticas (Fonagy & Lorenzini, 2013; Riggs et al., 2007).

Esto implica:

  1. Nombrar tus guiones automáticos.
  2. Practicar límites donde antes cedías.
  3. Permitir cercanía donde antes huías.
  4. Arriesgarte a ser visto/a sin ponerte armaduras.
  5. No porque seas débil, sino porque ya no estás solo/a repitiendo: estás reparando.

Si estás leyendo esto y te reconoces, quédate con esto:
Tu tendencia a repetir no es un defecto; es una señal de dónde duele.
Y todo lo que duele, cuando se mira con otro, tiene posibilidad de transformarse.

REFERENCIAS 

Ainsworth, M. (1991). Attachments and other affectional bonds across the life cycle. Attachment Across the Life Cycle, 33–51.

Bowlby, J. (1988). A secure base: Parent-child attachment and healthy human development. Basic Books.

Coutinho, J., Mendes, I., Ribeiro, E., Sousa, I., & Safran, J. D. (2014). El desarrollo de la alianza terapéutica y la aparición de rupturas. Clínica y Salud, 25(3), 123–137.

Fonagy, P., & Lorenzini, N. (2013). Attachment and personality disorders. Manuscript, University College London.

Gilbert, M. C., Elley-Brown, M., Newcombe, D., & Casey, J. (2021). Exploring how UK adults’ attachment style in romantic relationships is associated with controlling behaviours. BMC Psychology, 9(1), 1–11.

Mitchell, S. A. (1988). Relational concepts in psychoanalysis: An integration. Harvard University Press.

PsychCentral. (2018). Why do we repeat the same dysfunctional relationship patterns? PsychCentral.

Riggs, S. A., Jacobvitz, D., & Hazen, N. (2007). Adult attachment representations, self-esteem, and depression in college students. Development and Psychopathology, 19(1), 263–291.

Safran, J. D., & Elvy, M. (2010). Tratamiento psicoanalítico relacional breve, enactment y reparación de las rupturas. Clínica e Investigación Relacional, 4(2), 331–348.

Safran, J. D., & Muran, J. C. (2000). Negotiating the therapeutic alliance: A relational treatment guide. Guilford Press.

Smith, M., Vanwoerden, S., & Livesley, W. J. (2020). Romantic attachment style and borderline personality pathology: A meta-analysis. Clinical Psychology Review, 80, 101–891.

Martin, S. (2021). We repeat what we don’t repair: How childhood trauma shows up in adult relationships. Live Well with Sharon Martin.

El artículo ya recibió “me gusta”