Soy una persona muy sensible, observadora y empática. Me importa el bienestar de los demás y tengo una gran capacidad para escuchar sin juzgar. Desde pequeña he sentido una inclinación natural a cuidar, entender y acompañar emocionalmente, algo que con los años se convirtió también en mi vocación profesional.
Quienes me conocen suelen decir que transmito calma y confianza, y creo que esa es una de mis formas de cuidar: crear un espacio en el que la otra persona pueda mostrarse tal y como es, sin miedo a ser rechazada.
Soy reflexiva, muy comprometida con lo que hago, y también muy humana: me gusta trabajar desde lo real, lo que se siente, lo que duele y lo que uno no siempre sabe cómo explicar. Valoro mucho la autenticidad, el vínculo terapéutico y el acompañamiento honesto.
Creo en el valor de la terapia como un proceso de autoconocimiento, cambio y reparación, y me involucro activamente en el bienestar de quienes acompaño.
Como psicóloga, combino una mirada profesional rigurosa con una actitud humana y accesible. Me adapto al ritmo y a las necesidades de cada persona, y trabajo desde una relación terapéutica basada en la confianza, el respeto y la colaboración.
Mi enfoque es integrador, aunque me apoyo principalmente en la terapia cognitivo-conductual (TCC), la terapia de aceptación y compromiso (ACT) y el trabajo con trauma y apego cuando es necesario. Pero lo que guía todo lo que hago es el deseo profundo de que la persona se sienta acompañada, comprendida y con recursos para vivir con más alivio, más sentido y más conexión consigo mismo.